EL COSMOS PICTÓRICO DE LILIANA ANDARIZA

       La pintora LILIANA ANDARIZA ha sido formada en la estricta academia de las bellas artes y logrado el dominio de las técnicas necesarias para construir un lenguaje y expresión propia. Se aprecia en su trabajo un desarrollo desde la creación de las obras comunes a todo artista plástico en los géneros universales como el bodegón, el retrato y el paisaje, hasta un planteamiento creativo personal.

        Aquellas pinturas más academicistas abordan temas muy queridos por la artista, con sensibilidad y buen manejo de una técnica poco frecuente, la de hacer emerger luces, color y formas a partir de un fondo oscuro. Destacan aquellas telas en que representa la ciudad-puerto en que reside, Valparaíso, un anfiteatro de curiosa arquitectura, obras trabajadas al oleo con esmero y un delicado tratamiento de la luz, dando al paisaje una atmósfera crepuscular y nostálgica.

       Es destacable también el resultado que obtiene en el retrato, donde aparte de tratar adecuadamente formas y texturas de músculos, piel, cabellos y facciones, logra transmitir la psicología del personaje retratado y establecer un vínculo con el observador a través de la mirada de éste.

           Sin embargo, el mejor aporte de Liliana Andariza es su alucinante obra de corte simbolista en la que ya no recrea la naturaleza sino que descubre un universo propio, ajeno a la realidad común. Da a luz paisajes de otros mundos con la intervención de extraños personajes cargados de simbolismo, héroes míticos, acaso venidos de lugares lejanos del cosmos, mundos que pueden corresponder a otras dimensiones o bien estar tan cercanos como nuestros propios pensamientos.

         Así, por medio de imágenes asombrosas y utilizando empaste, veladuras y otras técnicas pictóricas, la artista va tejiendo un relato visual que proyecta al espectador hacia otras realidades, de un carácter más espiritual. Un par de ejemplos:

         En aquel magnífico cuadro que ha titulado “Amanecer” se observa un lugar tan desértico, cual paisaje marciano, donde se han instalado once imponentes mega estructuras semitransparentes, extrañas construcciones similares a enormes estalagmitas elevadas hacia el cielo. Es el crepúsculo y las sombras de estas estructuras se proyectan inquietantes sobre el suelo. Predomina en estas formas la curva aunque a cierta altura adquieren formas angulares y dejan ver ventanas en triángulo. ¿Será el hábitat de futuras generaciones o de alguna raza cósmica?

 

           O aquél cuadro que representa una figura femenina que acumula y cuida huevos, tal vez los cigotos de una raza interestelar. Por su carácter simbólico, estas imágenes son polisémicas y se pueden interpretar desde diversas ópticas, es la riqueza del simbolismo. Lo que para unos puede ser religioso o visionario, para otro psicológico y hasta un mensaje socio-político.

      Mas esta obra plasma los sentimientos más profundos de la artista, mediadora entre dos realidades: la cotidiana y otra sólo perceptible por la sensibilidad hiperestésica e intuición de una auténtica artista, una condición tan necesaria en estos tiempos de materialismo y practicidad. Quedamos a la espera de nuevas imágenes de LILIANA ANDARIZA, reveladoras de mundos sorprendentes, oníricos y simbólicos.

Iván Contardo

Poeta y pintor